lunes, 20 de julio de 2009

Una sonrisa

La entrada de hoy es una vivencia personal.

Este verano, como muchos otros, he decidido trabajar. Aún teniendo un trabajo fijo en una libreria he decidido probar suerte en otros sitios, aunque en los tiempos que estamos es muy difícil encontrar algo.

Sin embargo yo he tenido la mejor suerte del mundo, y por partida doble.
He encontrado un trabajo y os puedo asegurar que es lo mejor que me ha pasado. Y no solo por la crisis, ya que yo lo ejercería incluso sin cobrar ni un céntimo.

En este trabajo solo hay que saber ser amable y tener paciencia.
Yo paciencia poca, pero ellos me han enseñado a tenerla.

Os estareis preguntando en que consiste mi trabajo; pues bien, estoy trabajando en un centro con personas discapacitadas psíquica y físicamente.

Yo nunca había tratado con estas personas, pero oía a mi madre (que es cuidadora en uno de estos centros) hablar sobre estos "niños" (ya que tengan 3 años o tengan 20 siguen siendo niños) y sus logros, y no me podía imaginar como sería.

Sin embargo el primer día que llegué allí y empecé a tratar con todos ellos y a conocerlos comprendí muchas de las sensaciones que había escuchado mil y una veces.

Me paso la mañana (de 9'30 a 13'00 h) rodeada de niños autistas, con sindrome de down, hiperacticos, con dolencias óseas o musculares y diversas enfermedades más, y al acabar el día y recordar todo lo ocurrido durante la mañana no puedo sino sentirme feliz y esperar con ansia el siguiente día.

Los niños están divididos en grupos, al igual que los monitores, y van rotando cada día con un grupo distinto de monitores para realizar en toda la semana las distintas actividades: cocina, multisensorial, manualidades, ...

Yo estoy en el grupo de multisensorial y cada día (y dependiendo del grupo que nos toque) preparamos una nueva actividad.

Por ejemplo, les ponemos canciones y los movemos al ritmo de la música para ayudar a sus músculos; les enseñamos cuales son los instrumentos musicales (cascabeles, pandereta, triángulo, ...) y les enseñamos ritmos para que los sigan; hacemos batuka; relajación; masajes; etc.

Después de éstas actividades les toca almorzar.
Sacamos a todos los niños juntos al patio y los ayudamos a comer.

Después los cambiamos, y los independientes (es decir; aquellos que no necesitan de ningún tipo de ayuda para moverse y realizar muchas acciones) se meten en la piscina, siempre bajo la supervisión de varios cuidadores.

Tras un poco más de media hora de juego en la piscina, éstos se salen, se cambian y se ponen a realizar alguna otra actividad, eso sí, más relajada que las anteriores (como por ejemplo, ver una película).

Es entonces cuando les toca a los pequeños darse un baño en compañía de los cuidadores, ya que o bien son muy pequeños o son dependientes y necesitan a alguien dentro, para ayudarlos a moverse en el agua y evitar que se atraganten o ahoguen.

Un poquito en el agua y luego a cambiarlos, ya que ha llegado el fin de la jornada y el coche los espera para dejarlos en casa.

Y para mí no hay mayor alegría que la de ver a un niño, casi parapléjico y que no habla, mover levemente las manos al ritmo de la música; o que un niño pronuncie un Ma-ii-zssa (Marisa) y al girarme, verlo con los brazitos en alto para darme un abrazo; o ver muchas caras sonrientes al final de la mañana, porque el día ha valido la pena.

Yo debería enseñarles a todos ellos cosas, y lo intento, lo hago lo mejor que sé; pero en realidad son ellos, todos y cada uno de los "niños" que pasan todos los días por el colegio, los que me enseñan a mí; me enseñan las ganas que tienen de vivir, a pesar de estar en una silla con los miembros engarrotados, a pesar de esa enfermedad que lo va deteriorando, a pesar de casi no entender nada de lo que se le dice o no poder comunicarse con los demás.


Ellos me enseñan cada día lo bello que es vivir.
Simplemente, y gracias a ellos, a sus sonrisas, a sus abrazos, a sus ganas de aprender, y de vivir, todos los días merecen mucho más la pena.



(Esta actualización ha quedado un poco corta, pero solo quería decir lo feliz que me hacen todos esos niños).